Ciudad en zona árida.

Las ciudades situadas en zonas áridas deben abandonar el paradigma de la planificación y el diseño urbano de los años 50, desligados del factor del clima, y afrontar que la escasez de agua las convertirá progresivamente en zonas menos habitables. Esta es una de las principales conclusiones del informe Cities Alive: Rethinking cities in arid environments de Arup. En este sentido, recomienda que las ciudades aprendan de los desarrollos más innovadores puestos en marcha a nivel mundial, tales como la captación del agua de la niebla a escala industrial, la cosecha del rocío y los pavimentos fríos, que pueden llegar a reducir la temperatura ambiente hasta en 7ºC.

Actualmente, casi un tercio de la superficie terrestre mundial está clasificada como árida y, a medida que el cambio climático vaya generando fenómenos meteorológicos extremos como la sequía con mayor frecuencia, este porcentaje irá en aumento. A esto se añade que muchas ciudades experimentan el efecto de isla de calor urbano; es decir, se vuelven más cálidas que las zonas rurales circundantes. Esto está afectando particularmente a las ciudades situadas en entornos muy secos, ocasionando un aumento de su consumo de agua y una reducción de su capacidad para mantener los niveles de vida existentes.

El informe describe tres principios clave para la construcción de ciudades en regiones áridas para el siglo XXI, que necesitan aprender del pasado y hacer uso de soluciones de diseño adaptadas al clima local. Así, las urbes necesitan invertir en infraestructura verde y azul, basada en la integración de sistemas vegetales y de agua, para aumentar la resiliencia de las ciudades áridas. Finalmente, precisan diseñar edificios inteligentes y espacios públicos que respondan a sus condicionantes climáticos.